En medio de la tormenta el sigue siendo Dios

“Él se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’. Y el viento
cesó, y se hizo grande bonanza.” Marcos 4:39
A veces la vida parece un mar agitado. El diagnóstico médico inesperado, la pérdida de un
ser querido, las deudas que no se detienen… y sentimos que el barco de nuestra fe se
tambalea. Los discípulos también sintieron miedo aquella noche en el mar de Galilea.
Tenían experiencia como pescadores, pero esa tormenta superaba cualquier conocimiento
humano.
Lo más impactante de esta historia es que Jesús estaba en la barca… dormido. Esto no
significa indiferencia, sino confianza absoluta en el plan del Padre. Cuando clamaron a Él,
Jesús no solo calmó el mar exterior, sino también el mar interior de sus corazones.
La enseñanza es clara: si Cristo está en tu barca, ninguna tormenta tiene la última palabra.
Puede que los vientos no se calmen de inmediato, pero su presencia asegura que nunca
naufragarás
Recuerda que la fe no es ausencia de problemas, sino confianza en medio de ellos.
Antes de desesperarte, haz lo que hicieron los discípulos: llama a Jesús.
Habla a tu tormenta con la autoridad de Su Palabra.

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