La ayuda del Espíritu Santo

El Espíritu Santo intercede por nosotros, y también nos ayuda a orar. “Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”.

Romanos 8:26-27
La tercera persona de la Trinidad ayuda, asume o toma para sí la tarea divina junto con nosotros para que nuestra debilidad sea anulada y se transforme en
fortaleza. Pero solo cuando asumimos primero la responsabilidad de la oración y cuando cumplimos la tarea es que Él acude en nuestra ayuda. El Señor Jesús lo expresó así:

Juan 14:16-18; 26 “Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre:   el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará [c]  en ustedes. No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho”.


La palabra griega paraclete, traducida aquí como “consolador”, significa literalmente “uno llamado al lado para ayudar”. Esta palabra puede tener varios significados: Consolador, Consejero, Abogado, Ayudador, Intercesor, Fortalecedor y Compañero. El Señor no es enviado para hacer la labor que nosotros tenemos que hacer, sino para ayudarnos a hacerla. Nosotros somos los responsables de nuestra vida, de extender el Evangelio y de orar, así el Espíritu Santo es quien nos ayudará a que podamos lograrlo.

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