Cuando decidimos seguir a Jesucristo, comenzamos un viaje lleno de crecimiento espiritual y transformación personal. Este camino no solo nos trae paz y amor, sino que también nos impulsa a vivir una vida con propósito. En el libro de Mateo 16:24, Jesús nos dice: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame». Esta cita nos invita a reflexionar sobre los derechos y deberes que asumimos al seguir a Cristo.

• Derechos: El Amor y la Misericordia de Dios

Al seguir a Jesucristo, tenemos el derecho de experimentar el amor incondicional de Dios. Este amor no depende de nuestras acciones, sino de la gracia divina que nos sostiene en cada momento. Como dice el autor cristiano Max Lucado en su libro «A Dios le encanta tu vida»: «Dios no te ama porque seas perfecto, sino porque Él es amor». Este amor nos da la seguridad de que, pase lo que pase, siempre estaremos en las manos de un Dios misericordioso.

• Deberes: Vivir en Amor y Servicio

Aunque tenemos derechos, también tenemos deberes. Uno de los principales deberes es vivir en amor y servicio a los demás. En Juan 13:34, Jesús nos manda: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, ustedes también deben amarse los unos a los otros». Esto significa que debemos ser compasivos, generosos y justos en nuestras relaciones. La escritora cristiana Beth Moore nos recuerda que «el amor es la evidencia más poderosa de que somos discípulos de Cristo».

• El Equilibrio entre Derechos y Deberes

En el camino de seguir a Cristo, es importante encontrar el equilibrio entre los derechos que tenemos y los deberes que asumimos. No debemos olvidar que, mientras disfrutamos del amor de Dios, también tenemos la responsabilidad de compartir ese amor con los demás. Como dice el apóstol Pablo en Romanos 12:1: «Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional». Esto nos invita a vivir una vida dedicada a Dios y a los demás, encontrando en cada momento la oportunidad de servir y amar.