Oración y Discernimiento

La Clave para una Vida Espiritual Plena

Charles Finney fue un predicador del siglo XIX que, en muchas ocasiones, dudaba de las palabras que debía pronunciar y de los pensamientos que venían a su mente cuando oraba. En una ocasión, una amiga cercana de Finney cayó gravemente enferma. Ella no era creyente, y su esposo invitó a Finney a su hogar para que orara por su salud. Al comenzar su oración, Finney sintió una profunda tristeza y una gran carga por la mujer, sin saber qué palabras decir para interceder por ella.

Después de unos momentos de reflexión, mientras buscaba a Dios y pedía las palabras correctas, experimentó un momento de epifanía y revelación. Comprendió que su responsabilidad no era sanar a la mujer, sino poner la carga en las manos del Dios Todopoderoso. Al entender que la vida de la mujer no dependía de su capacidad de orar, sino del poder de Dios, su fe se fortaleció. Poco después de su intercesión, la mujer entregó su vida a Jesucristo y se recuperó por completo.

A nosotros, al igual que a Finney, se nos instruye a orar por los demás, creyendo en nuestro corazón que Dios tiene la capacidad de responder a nuestras oraciones. En su carta a los colosenses, Pablo menciona varias peticiones que cubren todas las áreas de nuestra vida, resaltando la importancia de la provisión, la protección y la presencia de Dios.

Pablo ora para que la iglesia sea llena del conocimiento de la voluntad de Dios con toda sabiduría y comprensión espiritual (Colosenses 1:9). Para el apóstol, el discernimiento es una pieza fundamental en la vida cristiana. Como creyentes, podemos pedir a Dios discernimiento para actuar conforme a su voluntad en todas nuestras circunstancias, relaciones y decisiones, asegurándonos de que Él sea glorificado.

Además, Pablo intercede para que los creyentes vivan de una manera digna del Señor. En Colosenses 1:10, enfatiza que Dios desea que su pueblo sea apartado, puro y santo, buscando una vida que le honre. Nuestro testimonio debe dar frutos en buenas obras, impactando nuestro entorno y extendiendo su reino tanto en la tierra como en el cielo.

Finalmente, no solo debemos crecer en el conocimiento de Dios, sino también ser fortalecidos con su glorioso poder mediante el Espíritu Santo. El resultado es una vida llena de gratitud y una mayor conciencia de su gracia incondicional, que nos permite participar de la herencia de los santos en el reino de la luz.

Una de las acciones más poderosas que podemos realizar por los demás es orar por ellos. Dios tiene planes infinitamente mayores para las personas de lo que nosotros podemos imaginar. Su voluntad y propósitos trascienden nuestras expectativas, y a través de la oración, nos convertimos en instrumentos de su amor y poder en la vida de quienes nos rodean.

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