«A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.» (Salmo 16:8)
La naturaleza, en su maravillosa diversidad, guarda secretos profundos que reflejan principios espirituales eternos. Un ejemplo impresionante es la pequeña araña de agua, conocida como «buceadora». Aunque vive sumergida en un ambiente que sería mortal para otras especies de arañas, ella ha aprendido a sobrevivir y prosperar de una manera única: creando una burbuja de aire que lleva consigo bajo el agua. Esta burbuja no es un lujo, sino una necesidad vital. Cada cierto tiempo, la araña debe regresar a la superficie, tomar más aire y renovar su «casa submarina» para poder seguir viviendo. Si no lo hiciera, la bolsa de aire disminuiría y su vida estaría en peligro.
De igual forma, nosotros como cristianos vivimos en un «mundo sumergido», rodeado de peligros que atentan constantemente contra nuestra fe y vida espiritual. La corrupción moral, la indiferencia espiritual, el materialismo, las tentaciones diarias y las pruebas personales buscan debilitarnos y apartarnos del propósito que Dios tiene para nosotros.
Si no protegemos y renovamos nuestra «gota espiritual», pronto nos encontraremos debilitados, confundidos o incluso espiritualmente muertos. Así como la araña depende de su burbuja, nosotros dependemos de nuestra conexión diaria con Dios para sobrevivir y prosperar espiritualmente. Pero, ¿cómo construir y mantener nuestra «gota espiritual»?
- A través de la Palabra de Dios: Sumergirnos en la Escritura diariamente nos renueva la mente y nos recuerda las promesas inmutables de nuestro Padre.
- Por medio de la oración: La oración es el «aire puro» que necesitamos para nuestro espíritu, nos conecta al corazón de Dios y fortalece nuestro interior.
- En comunión con otros creyentes: No fuimos diseñados para caminar solos. La comunidad cristiana nos anima, corrige y sostiene en los momentos de prueba.
- Viviendo llenos del Espíritu Santo: Solo a través de la guía y el poder del Espíritu podemos vivir victoriosamente en medio de un mundo hostil.
Nuestra fe es frágil si no la alimentamos y protegemos. Las pequeñas decisiones diarias, los tiempos de intimidad con Dios, las disciplinas espirituales y la vida en comunidad son las herramientas que Dios nos ha dado para mantenernos firmes. Recuerda que, como dice el salmista: si ponemos al Señor siempre delante de nosotros, si buscamos Su rostro constantemente, no seremos conmovidos. Nuestra vida espiritual estará segura, aun cuando todo a nuestro alrededor parezca desmoronarse.
0 comentarios