Leyendo el libro de Ezequiel y subrayando aquello que me parece importante, me llamó la atención ver que Dios se revelaba continuamente a él, pero le repitió en varias ocasiones que le dijera a su pueblo de Israel, que él los dotaría de un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
Yo antes pensaba, que recibir un corazón o espíritu nuevo, era aceptar a Dios en tu corazón, pero va mucho más allá.
Dejar lo antiguo, a cambio de algo nuevo, conlleva un cambio en nuestro interior, un cambio en nuestro comportamiento, esto es lo que nos pide para que esto se lleve a cabo:
Volved a mí y abandonad vuestra conducta rebelde, de modo que evitéis cualquier ocasión de culpa. Dejad a un lado la conducta rebelde que habéis llevado y procuraos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
(Ezequiel 18: 30-31)
El pecado, nos mantiene alejados de Dios, endurece el corazón, por lo tanto ese corazón rebelde a sus mandatos se vuelve de piedra. Pero Dios tiene poder para cambiarlo en un corazón de carne:
Les daré otro corazón y derramaré en medio de ellos un espíritu nuevo; les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que vivan según mis preceptos y respeten mis normas y las cumplan.
(Ezequiel 11: 19-20)
Para formar parte de su pueblo, es necesario pasar por este hermoso y duro proceso, obedecer sus leyes a veces no es fácil pero sus promesas son tan bonitas y sobretodo fieles, que merece la pena:
Convertíos y viviréis (Ezequiel 18:32)
De esta manera ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios (Ezequiel 11:20)
0 comentarios