En la tribu de los benjamitas, había un joven llamado Saúl, que según 1 Samuel 9:3, era atractivo y el más esbelto entre los israelitas, de hecho le sacaba una cabeza a todos los demás.
Como el Señor sabe todas las cosas, se había encargado de avisar a Samuel el día anterior a que se conociera con Saúl que debía ungirlo como jefe del pueblo de Dios, porque era el elegido para defender a Israel de los filisteos y remediar el sufrimiento causado.
Cuando se conocieron en persona al día siguiente, Samuel le dijo a Saúl: ahora el principal interés de Israel sois tú y la familia de tu padre. Saúl sorprendido contestó: ¿Por qué dices eso, si yo no soy más que un benjamita, de la tribu más pequeña de Israel, y mi familia es la más insignificante?
1 Samuel 9:20-21
Aquí observamos que Saúl creía que era insignificante, él mismo se menosprecia y no se valora, cuando justo anteriormente, hemos leído que era el más atractivo y alto de la tribu. ¿Dios había decidido elegir al mejor? ¿O quería demostrar que utiliza lo más insignificante para grandes cosas? ¿O en realidad Saúl era idóneo para la tarea que se le iba a encomendar pero era un muchacho inexperto y con baja autoestima que no era capaz de ver su potencial?
Samuel tomó aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: el Señor te unge como jefe de su pueblo. Y le aviso que le invadiría el espíritu de Dios y lo transformaría en otra persona para profetizar, porque Dios estaría con él.
En este momento comenzó la nueva vida de Saúl, y comenzó a manifestarse a su vez el propósito real para el cual había nacido, Dios tiene el poder para transformar, mejorar o capacitar a quién él elija para la labor, las cualidades no importan, ni siquiera importa lo que piensas tu acerca de ti mismo, sino todo lo contrario, lo que importa es como él te ve y te proyecta.
La profecía se cumplió enseguida pues en cuanto Saúl se dio la vuelta para volver a casa, Dios le cambió el corazón y aquel mismo día le ocurrieron todas estas señales.
2 Samuel 10:9
Recuerda que no importa de donde vengas, tu nivel socio-económico, la reputación de tu familia, las pocas capacidades que tú ves en ti o si crees que eres digno/a o no, en las manos de Dios las cosas pequeñas se vuelven grandes, lo que era viejo pasa a ser nuevo, lo sucio lo limpia, lo inservible se vuelve útil, la muerte pasa a ser vida, todo lo transforma, porque de esta manera asombrosa él trabaja cada día.
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