Se dice que el reconocimiento y el aprecio dan alas a nuestra motivación. Y sí, es cierto. ¿Quién no ha sentido alguna vez la pesadez de la invisibilidad? Esto también se refleja en las páginas de la Biblia, con personajes que van desde líderes hasta siervos, todos anhelando ser vistos y amados por Dios.
Dios también nos ve. En momentos de soledad o cuando nos sentimos ignorados, Dios escucha nuestro corazón afligido. Nos recuerda que está cerca de los quebrantados y salva a los de espíritu abatido.
Así que, ¿por qué dudar? Desde el principio, Dios lo ha dado todo por adoptarnos en su familia celestial y por darnos un lugar en su mesa. Esta verdad debe estar grabada en nuestro corazón. Aunque a veces caminemos por desiertos, podemos estar seguros de que no estamos solos.
Si alguna vez sientes que has sido ignorado, no te preocupes. ¡Dios te ve! Sus ojos están sobre ti en todo momento, y esa es la fuente más rica de amor y reconocimiento.
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