El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1 Corintios 13:4-7
El amor es el mandamiento central en la vida cristiana. Jesús mismo lo resumió cuando dijo:
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: Ama a tu prójimo como a ti mismo.
(Mateo 22:37-39)
El amor bíblico no es un sentimiento pasajero ni una emoción circunstancial. Es una decisión y un compromiso. Este amor, llamado en griego ágape, trasciende el amor romántico o filial. Es un amor incondicional que busca el bienestar del otro, incluso a costa de sacrificios personales.
El amor verdadero se refleja en nuestras acciones, palabras y pensamientos:
- Es paciente y bondadoso: Aprendemos a soportar las debilidades de otros, reflejando la paciencia que Dios tiene con nosotros.
- No es egoísta: Nos motiva a priorizar las necesidades de los demás sobre las nuestras, siguiendo el ejemplo de Cristo, quien dio su vida por nosotros (Filipenses 2:3-8).
- Se regocija en la verdad: Celebramos lo que es justo y verdadero, rechazando la mentira y el engaño.
Este amor también es poderoso porque transforma vidas. Cuando amamos como Cristo nos amó, mostramos al mundo el carácter de Dios, porque «Dios es amor (1 Juan 4:8).
Esta semana:
- Examina tus relaciones: ¿Cómo estás reflejando el amor de Cristo hacia quienes te rodean?
- Busca oportunidades para servir: El amor se demuestra a través de actos prácticos de servicio.
- Pídele a Dios que te enseñe a amar con un corazón puro y genuino.
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