Aquellos que portan el espíritu de gratitud disfrutan de una vida placentera, positiva, llena, satisfecha y alegre, y como todo espíritu, cambian la atmósfera donde van y la hacen más placentera.
Un espíritu de gratitud abre puertas, atrae bendiciones, en todo tiempo se regocija, conmueve el corazón de Dios y multiplica lo que tiene en las manos.
Por el contrario, una persona con un espíritu de ingratitud o queja, vive en la oscuridad, siempre viendo lo que le falta, comparándose, en queja continua, se enferma, la gente no quiere estar cerca a esa persona, vive con un sentimiento de insuficiencia, de enojo y amargura.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”
Filipenses 4:6
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