¡Presten atención! Yo los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean Fuerza astutos como serpientes y sencillos como palomas. Mateo 16:16
Consideremos, en primer lugar, la necesidad de un espíritu fuerte, caracterizado por un pensamiento incisivo, apreciación realista y juicio firme. La mentalidad fuerte es aguda y penetrante, rompe la costra de las leyendas y mitos y separa lo que es verdadero de lo falso. El individuo fuerte de espíritu es astuto y discernidor. Posee una mentalidad fuerte, austera, que le proporciona firmeza de propósito y solidez en los compromisos. ¿Quién pondrá en duda que esta fortaleza de espíritu es una de las más grandes necesidades del hombre? Pocas veces encontramos hombres que de buena gana se comprometan a pensar con firmeza y solidez. Existe una tendencia casi universal a buscar las respuestas fáciles y las soluciones para salir del paso. Nada molesta más a la gente que tener que pensar.
Los individuos débiles de espíritu se inclinan a creer en toda suerte de supersticiones. Sus cabezas están invadidas constantemente por temores irracionales, que van desde el miedo al martes y trece al miedo al gato negro que se nos cruza en el camino. Una vez, subiendo en ascensor en uno de los grandes hoteles de Nueva York, me di cuenta por primera vez de que no existía el piso trece; la planta catorce venía a continuación de la doce. Al preguntar al ascensorista la razón de aquella omisión, me contestó: «Esto es muy corriente en la mayoría de los grandes hoteles por el miedo que tiene tanta gente a vivir en el piso trece». Y añadió: «¡La tontería de este miedo se demuestra por el hecho de que la planta catorce es realmente la trece!» Estos temores fatigan durante el día las mentalidades débiles y las persiguen por la noche. El hombre de espíritu débil tiene siempre miedo al cambio. Se siente seguro en el statu quo, y tiene un miedo casi morboso a la novedad. Para él, el mal mayor es el mal de una nueva idea. Dicen que un antiguo segregacionista del Sur dijo: «Ahora me doy cuenta de que la desegregación es inevitable. Pero ruego a Dios que esto no suceda mientras yo viva». La persona de espíritu débil quiere perpetuar el momento presente y subordina la vida al juego de la inmutabilidad.
Poca esperanza nos queda, a menos que los fuertes de espíritu rompan las trabas de los perjuicios, las verdades a medias y la ignorancia supina. La postura que adopta el mundo de hoy no nos permite el lujo de la debilidad de espíritu. Una nación o una civilización que continúa produciendo hombres débiles de espíritu está comprando a plazos su propia muerte espiritual.
Martin Luther King
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