Las montañas en el retrovisor

Elías enfrentaba un desafío monumental: demostrar que el Dios de Israel era el único y verdadero Dios frente a los profetas de Baal.

Después de un triunfo milagroso en el monte

Carmelo, donde el fuego del cielo consumió su sacrificio, pensó que Israel se volvería a Dios. Pero, en lugar de arrepentimiento, recibió amenazas de muerte por parte de la reina Jezabel. Agotado, temeroso y desilusionado, Elias huyó al desierto y pidió a Dios que le quitara la vida. El sentía que su esfuerzo había sido en vano y que estaba completamente solo; se sentía deprimido, que su propósito ya no era claro, y su futuro incierto. Elías creía que estaba solo. Sin embargo, Dios ya había demostrado su poder de manera asombrosa en el pasado.

Fuego descendiendo del cielo, provisiones milagrosas, la visita de un ángel del Señor…

Elías había experimentado la presencia del

Señor en los momentos más gloriosos de su vida. Había seguido fielmente las instrucciones divinas y encontrado un propósito profundo en su caminar. Pero ahora, esos recuerdos parecían pertenecer a un pasado distante. Desde las alturas de los milagros, su espíritu había caído al valle de la desolación

Quizá tú también has vivido momentos cumbre, instantes en los que tu propósito estaba claro y todo tenía sentido. Pero ahora, esos días parecen recuerdos lejanos, como puntos borrosos en el retrovisor. Has sentido la plenitud de caminar con significado, pero hoy, esos momentos parecen fantasmas del pasado. Tal vez, como Elías, tu espíritu también ha descendido al valle. Cuando Dios volvió a hablar con Elías, no lo hizo con fuego celestial ni con un despliegue de poder estremecedor. Lo hizo con ternura y cercanía. El pasaje de hoy nos dice que el Señor le hizo una pregunta sencilla: «¿Qué haces aquí, Elías?»

Luego, lo escuchó. Dios no ignoró su dolor, tampoco lo apresuró a salir de su abatimiento. Le recordó que no estaba solo: aún había 7000 personas fieles en Israel. Sin embargo, para Elías, esa verdad no fue suficiente consuelo. ¿De qué servían esos miles si él seguía sintiéndose profundamente solo?

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× WhatsApp