Poner la Otra Mejilla: El Camino de la Paz y el Perdón

En la enseñanza de Jesucristo, uno de los mandatos más poderosos y difíciles de seguir es el de “poner la otra mejilla”. Este acto de amor y perdón, tan radical en su naturaleza, nos desafía a responder al mal con bondad, a la violencia con paz, y al odio con amor. Jesús nos enseñó en Mateo 5:39: “Pero yo les digo: No se opongan al que les haga mal. Al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra.”

Este mandamiento no es una invitación a la pasividad o a la sumisión ante la injusticia, sino más bien un llamado a romper el ciclo de violencia y venganza que ha dominado al mundo desde sus inicios. Poner la otra mejilla es un acto de valentía, pues implica una entrega y una confianza total en la justicia divina. Es reconocer que, aunque podemos ser heridos en este mundo, no necesitamos responder de la misma manera que aquellos que nos hacen daño.

Cuando Jesús nos exhorta a poner la otra mejilla, nos invita a vivir de acuerdo con el ejemplo que Él mismo dio. Jesús, quien fue golpeado, maltratado y crucificado, nunca respondió con ira ni con venganza. Al contrario, en Lucas 23:34, Él ora por aquellos que lo crucificaban: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Su sacrificio en la cruz es la máxima expresión de perdón, un perdón que no guarda rencor, sino que ofrece una oportunidad para la reconciliación y la redención.

Poner la otra mejilla es un acto de fe que nos recuerda que nuestra verdadera lucha no es contra carne ni sangre, sino contra las fuerzas espirituales del mal (Efesios 6:12). Cuando elegimos perdonar y responder con amor, nos alineamos con el corazón de Dios y mostramos al mundo el poder transformador de Su gracia.

Es importante comprender que este mandamiento no significa tolerar el abuso ni permanecer en situaciones de daño constante. Jesús nos invita a la paz, pero también a la sabiduría y a la prudencia. Poner la otra mejilla no es ignorar el daño que otros nos hacen, sino liberarnos del rencor y del deseo de venganza que nos consume. En lugar de permitir que el enojo y el resentimiento nos controlen, elegimos confiar en que Dios es el justo juez y que Él obrará en nuestras vidas.

Al poner la otra mejilla, también estamos imitando a Cristo en nuestra vida diaria, mostrando al mundo que, aunque podemos sufrir injusticias, nuestra identidad y paz no dependen de las circunstancias. Como dice Romanos 12:21: “No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien.”

Hoy, te animo a reflexionar sobre cómo puedes practicar este acto de amor radical en tu propia vida. Ya sea perdonando una ofensa, extendiendo una mano a alguien que te ha hecho daño, o simplemente eligiendo responder con gentileza en lugar de ira, recuerda que al poner la otra mejilla, estás siguiendo el ejemplo de Cristo y trayendo la paz del cielo a la tierra.

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