¿Quién es Dios?

Dios es Misericordioso

Hebreos 4:16

Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.

Todos hemos pecado y estamos por debajo del estándar de Dios, lo que crea una barrera entre nosotros y nuestro Dios Perfecto y Santo. Pero en Su misericordia, Él envió a Jesús a tomar el castigo que merecíamos, la muerte, y creó un camino para que nosotros tuviéramos vida eterna con Él. Así que la misericordia de Dios significa que no obtenemos lo que merecemos. Pero eso no es todo. La misericordia de Dios no solo se trata de darnos una salida, también de Dios creando un acceso. No solo quitó nuestro pecado, envió a Su Hijo. Creó un camino para encontrarnos donde estamos, como estamos. Jesús vino como Emmanuel: Dios con nosotros. Él experimentó cada emoción humana, y Su vida terrenal es evidencia del deseo de Dios por acercarse a nosotros. Y ahí, encontramos la misericordia de Dios.

Dios es digno de confianza

Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos.

Hebreos 13:8

Quizá te sea difícil confiar en Dios porque tus padres o una figura de autoridad te lastimaron. Quizás es difícil para ti confiar en Dios porque algo terrible pasó en tu vida y crees que Dios no respondió a tus oraciones para impedirlo. Aunque el dolor de esas experiencias es real, eso no cambia la verdad de quién es Dios. Él es el único completamente digno de confianza. La Escritura habla del porqué podemos confiar en Dios:

  • Él nunca cambia. A diferencia de los humanos que cambian de opinión, Dios nunca cambiará su amor o sus buenos planes para ti. Él es consecuente y Su amor es constante. (Ver Malaquías 3:6 y Hebreos 13:8.)
  • Él nunca nos deja ni nos abandona. Nada de lo que hagas hará que Dios se aleje de ti. Su presencia está siempre con nosotros, y sin importar lo que nos pase, Él atravesará todo junto a nosotros. (Ver Hebreos 13:5 y Romanos 8:39.)
  • Él trabaja por nuestro bien sin interrupción. Aun cuando experimentamos dolor en esta vida, Dios puede crear belleza de las cenizas. Él se especializa en la restauración y la redención, y puede dar un propósito a nuestro dolor. (ver Romanos 8:28, Isaías 61:1-3.)

Sin importar las veces que te han defraudado, Dios nunca lo hará. Él nunca te dejará, él es digno de tu confianza.

Dios está aquí

“… Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.”

Mateo 28:20

Todo el tiempo, Dios quiso estar cerca de nosotros y, a través de Jesús, eso pudo ser nuevamente una realidad. Aunque esperamos ansiosamente el día en que Dios renueve todo para poder vivir con Él en Su reino perfecto, no estamos esperando ociosamente hasta que eso suceda. Dios nos ha dado trabajo. Desde el principio, Él ha querido que los humanos gobiernen sobre la creación. Nos ha dado dones y asignaciones para llevar a cabo Su obra mientras estamos en la Tierra, de modo que la salvación no es solo un boleto al cielo, es una invitación para trabajar en traer más del Cielo a la Tierra. Y mientras lo hacemos, no estamos trabajando en nuestro poder débil. Nos asociamos con Dios, confiando en Su Espíritu en nosotros para hacer cualquier cosa. Lejos de Dios, nada podemos hacer, pero como templos del Dios Viviente con Su Espíritu morando en nosotros, podemos hacer más de lo que imaginamos.

Dios es fiel

Pasando delante de él, proclamó: «-El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación.»

Éxodo 34:6-7

El amor de Dios y Su justicia se muestran en toda la Escritura. Son una gran parte de Su fidelidad. Los grandes planes de Dios para restaurar nuestra relación con Él, inician con la promesa que les hace a Abraham y Sara en Génesis. El dice que bendecirá al mundo a través de sus descendientes, una promesa que al final se cumplió en Jesús. Pero las personas, como era de esperar, seguimos ignorando nuestra parte del pacto. Mientras Moisés estaba hablando con Dios, el resto del pueblo se impacientó y decidió adorar una estatua de oro en forma de becerro. Pero, debido a Su fidelidad y a Sus promesas, Dios no los destruye. En cambio, los que siguen sin obedecer y se alejan de Él reciben un castigo, pero a los que se arrepienten se les da otra oportunidad. Y a través de muchas otras fallas de los humanos, la fidelidad de Dios permanece, lo que es evidente a través de Jesús cumpliendo la promesa de Dios. Así que cada vez que nos equivocamos o fallamos, podemos venir corriendo a Dios, agradecidos de que nuestras fallas no apartan la fidelidad de Dios para perdonar y cumplir sus promesas.

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